El presidente de Bolivia, Evo Morales, afirmó que su gobierno jamás va a firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, argumentando que un acuerdo de ese tipo afectaría negativamente a los pequeños, medianos y grandes productores bolivianos, ya que las empresas de algunos países “invadirían” el país con sus productos subsidiados, por lo que, dijo, el mismo está "totalmente descartado".
Los que están en contra del TLC afirman que no todas las exportaciones bolivianas a Estados Unidos corren riesgo de perderse o perjudicarse cuando finalicen las preferencias del ATPDEA, primero porque el SGP seguirá vigente y segundo porque casi la mitad de las exportaciones se concreta sin preferencias de ningún tipo.
Entonces, los productores concretos que se perjudicarían si no se rubrica un acuerdo de libre comercio que reemplace al ATPDEA, según las estadísticas oficiales del gobierno de Estados Unidos, serían los industriales que exportan ropa y textiles, pues los productores de manufacturas tienen la posibilidad de cambiarse al SGP, lo que les permitiría seguir gozando de preferencias arancelarias. Este dato explica por qué los trabajadores fabriles presionan a favor del TLC.
Los opositores al TLC alegan que si el objetivo es preservar los empleos de este sector exportador, lo sensato sería negociar la ampliación del SGP y no un tratado comercial como el TLC, que es mucho más amplio y por tanto mucho más riesgoso porque no solo legisla el intercambio comercial de ropa sino también impone regímenes de propiedad intelectual de seres vivos y plantas, y promueve la privatización de servicios básicos como el agua y la educación.
El Movimiento Boliviano de Lucha contra el TLC y el ALCA objeta el método propuesto de garantizar el negocio de algunos exportadores con un acuerdo de libre comercio, porque podría lastimar severamente a los productores que venden en el mercado local y a los ciudadanos en general.
Según el análisis de este tipo de instituciones, la renovación de los beneficios del ATPDEA, es garantizar mercados para los exportadores de camisas, muebles y joyas sin reparar en los perjuicios para el agro, para los consumidores de servicios y medicamentos, para las comunidades campesinas e indígenas cuyo patrimonio bio-genético y cultural quedará a merced de las corporaciones extranjeras.
El TLC no busca simplemente la eliminación de aranceles, sino que constituye una “herramienta de estrategia política de largo plazo” cuyo objetivo es “afianzar la hegemonía” de Estados Unidos en Latinoamérica, indica textualmente el Trade Promotion Authority (TPA) del gobierno de Washington, que es el permiso que da el Congreso norteamericano al Ejecutivo para que negocie tratados comerciales.
De ahí que el TLC no sea para Estados Unidos un simple acuerdo comercial sino una herramienta política, un mecanismo para fortalecer su seguridad nacional y profundizar su hegemonía a nivel mundial, según los grupos “anti-acuerdo”. "Los Acuerdos de Libre Comercio maximizan las oportunidades para sectores críticos y básicos para la economía de EEUU, como la tecnología de la información, telecomunicaciones; industria básica, equipo de capital, equipo médico, servicios, agricultura, tecnología ambiental y propiedad intelectual (...) el comercio creará nuevas oportunidades para que EE.UU. preserve su fortaleza sin contrapesos en asuntos económicos, políticos y militares", añade la TPA.
La ONG estadounidense Public Citizen advirtió a los representantes de Ecuador, Perú, Colombia y Bolivia que un TLC con Estados Unidos, extiende los derechos de los inversionistas (con cláusulas retroactivas) más allá de los parámetros fijados en el acuerdo comercial de los países del norte (NAFTA), constituyéndose en una clara amenaza para las soberanía y autodeterminación de los estados.
"Estas provisiones de protección a inversionistas al estilo NAFTA y CAFTA erosionan el proceso democrático. Mientras el Presidente Bush habla de la nueva doctrina de promover la democracia agresivamente, de hecho sus Tratados de Libre Comercio están exportando los peores valores anti-democráticos al mundo", reclama Lori Wallach, directora del Observatorio de Comercio Global y abogada de la Universidad de Harvard. "Los representantes de los países andinos que negocian el AFTA (TLC Andino) tienen que tomar en cuenta que hay un peligro cada vez más grave para los gobiernos democráticos y para la soberanía de naciones. Las políticas locales y estaduales, y aun las decisiones legales de las Cortes, están atacadas por estas protecciones extremas para inversionistas que el TLC Andino implementaría", advierte David Edeli, un analista de política para el Observatorio de Comercio Global.
Ante la estrategia de apertura de mercados, los “anti-acuerdistas” responden que el desarrollo exportador no depende de abrir nuevos mercados, sino de las mejoras que se hagan en el plano de la competitividad.
Los que están en contra del acuerdo aducen que firmar un acuerdo comercial solo garantiza las preferencias arancelarias para un puñado de exportadores, entre ellos textileros y manufactureros, pero promueve la venta de los servicios básicos, los recursos naturales y hasta de la autonomía política.
Las personas e instituciones que se oponen al TLC aseguran que los cultivos subsidiados de Estados Unidos arruinarán a los campesinos bolivianos, porque el sector agrícola norteamericano, a través del TLC, pretende convertirse en el único proveedor de cereales para consumo humano y forrajero en la región. Por ello exige la desgravación total para sus exportaciones de trigo, cebada, centeno, sorgo y soya; y la eliminación del Sistema Andino de franja de precios para el maíz, arroz, azúcar y lácteos.
Los defensores del TLC con EE.UU., como Julio Alvarado, encargado de negociar el TLC a nombre del anterior gobierno boliviano, aduce que si no existe un acuerdo de libre comercio que amplíe en el tiempo las preferencias actuales del ATPDEA, los productores nacionales tendrán que pagar aranceles para entrar al mercado norteamericano y dejarán de generar 36 mil empleos directos
El sector exportador de Bolivia que se verá perjudicado con la no ratificación de las preferencias, en 2005 exportó a Estados Unidos productos por un valor de 408 millones de dólares (alrededor del 14% de las exportaciones nacionales), y un poco menos de la mitad (46%) bajo el sistema ATPDEA, es decir con preferencias. Los productores que se benefician con el ATPDEA exportaron principalmente manufacturas, ropa y accesorios, aceites y grasa vegetal, entre otros productos.
A través del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), otra ley norteamericana que concede arancel cero a los productores nacionales, el país vendió productos por 26 millones de dólares, fundamentalmente madera y manufacturas de corcho, minerales y desecho de hierro.
Por otro lado, Bolivia exportó a Estados Unidos sin acogerse a ningún acuerdo preferencial el 47% del total de los productos exportados a EE.UU., básicamente metales no ferrosos, vegetales y frutas, productos de petróleo, y también ropa, manufacturas, muebles, colchones y oro.
Los sectores que apoyan el TLC son enfáticos al asegurar que el TLC no impedirá a Bolivia tomar decisiones soberanas en todas las materias, ya sea en el Congreso o en la Asamblea Constituyente y realizaron un intenso lobby a favor del TLC en el Congreso boliviano, en el seno de los gremios fabriles y en sectores de la sociedad civil.
El trabajo de lobby en los gremios ya dio algunos frutos, pues la Federación de Fabriles de La Paz emitió un comunicado llamando a todos sus afiliados a solidarizarse con los trabajadores de empresas exportadoras que reclaman la aceleración de las negociaciones con Estados Unidos.
Los “acuerdistas” afirman que Bolivia no puede desarrollarse ni crear más empleos porque posee un mercado muy pequeño.
Ocurre que la permanencia en actividad de un importante sector industrial, que comprende a las manufacturas de textiles, madera, cuero y joyas en oro, depende de la incorporación al TLC, una vez que a mediados del próximo año quedará eliminado el acuerdo ATPDEA, el cual dio margen a la apertura del mercado estadounidense con arancel cero.
El TLC sustituirá al ATPDEA para otorgar muchas otras concesiones, pues dará margen a una apertura casi total del mercado estadounidense a gran parte de la producción del país, igualmente con arancel cero.
La cuestión de fondo en el TLC radica en que es urgente abrir mercados con beneficios para los productos bolivianos. Ciertamente esta razón de abrir mercados es recíproca, es decir para que vayan nuestras mercancías y para que vengan de otros países, en este caso de los Estados Unidos de América. Hay varios razonamientos sobre el tema, uno de ellos en relación con la calidad y el precio. Si nuestros productos tienen buena materia prima y hay eficiencia en la manufactura y si además el precio para el mercado es competitivo, tenemos ventaja suficiente para seguir adelante.
Bolivia está en estos momentos exportando con ventajas a los Estados Unidos de acuerdo con la Ley de Promoción Comercial Andina y Erradicación de Droga en los Andes (ATPDEA) y que pronto tendrá su final al cumplirse el plazo con el que fue rubricado. Vendría a sustituirla otro convenio, el TLC, con otras características, pero que en el fondo trata de abrir mercados.
Por el lado de los Estados Unidos, sus productos están ya en nuestro mercado y los principales productos importado de este país, Bolivia no los produce (maquinarias industriales, etc.), lo que no nos hace mucha mella. En cambio para Bolivia es muy importante conservar el mercado, especialmente para manufacturas de textiles y de la joyería, así como para la agricultura y sus resultados. Si se cortan las preferencias andinas conocidas como ATPDEA y las del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), el país perdería unos 210 millones de dólares (más de la mitad de las exportaciones totales de Bolivia a Estados Unidos) y entre 80.000 y 100.000 empleos.
¿Es favorable para Bolivia la firma de un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos de América?
Ante la inviabilidad política de la firma de un TLC entre Bolivia y EE.UU., principalmente por la negativa del Gobierno boliviano de sentarse a negociar con el Gobierno de los EE.UU., se tendría que buscar ampliar el ATPDEA, no solo en lo que se refiere el plazo de tiempo (vence en diciembre y está a punto de ser renovado hasta junio de 2007 por el nuevo Congreso norteamericano) sino también en lo que a productos y servicios se refiere, de manera gradual y negociada.
No podrían ingresar a este nuevo acuerdo los productos agrícolas subsidiados por el Gobierno de EE.UU., ya que sería prácticamente imposible para productos bolivianos como la soja y el trigo competir con esos mismos productos norteamericanos subsidiados.
Los productos que deberían ser gradualmente incluidos en este nuevo acuerdo, además de los que ya están incluidos en el ATPDEA, son los que no se encuentran incluidos ni en este acuerdo ni en el SGP, que representan el 47% de las exportaciones totales a EE.UU. por parte de Bolivia. Este nuevo acuerdo tendría que tener cualquier nombre menos TLC, ya que el Gobierno boliviano y los grupos “anti-acuerdo” se han encargado de hacer una propaganda muy negativa a todo lo relacionado con el TLC. El Presidente de Bolivia, Evo Morales incluso sugirió un nombre: Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP), que podría ser similar a un TLC pero con un nombre más “popular”.
Actualmente el gobierno boliviano se encuentra gestionando la ampliación hasta el 2008 del ATPDEA solamente, posición que se vio reforzada con la victoria de los demócratas en las elecciones congresales que se realizaron recientemente en EE.UU. La ampliación al ATPDEA fue aceptada hasta junio de 2007.
En una nueva ampliación del ATPDEA o de otro tratado con otro nombre, se incluirían casi todos los productos que vienen de EE.UU. con excepción de los productos agrícolas (maíz, trigo, soja, etc.) que perjudicarían a los productores bolivianos.
En el tema del libre comercio de servicios, como el caso de la propiedad intelectual hay que respetar los usos y costumbres de los pueblos indígenas bolivianos y proteger todo lo referente a la medicina y remedios tradicionales.
La evidencia indica que los acuerdos comerciales, llámense TLC’s, Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP), ATPDEA, de complementación económica, arancelarios, etc. producen resultados positivos sobre el PIB y sobre el empleo.
· Las épocas de mayor crecimiento mundial (y reducción de pobreza) coinciden con épocas de auge comercial.
· Con contadas excepciones (p.e., URSS entre 1930 y 1970) todos los casos de economías de crecimiento rápido se han basado en la expansión comercial.
· Los ejemplos más recientes son los de China e India, precedidos por el éxito de otros países de Asia con estrategias similares.
El crecimiento de las exportaciones está asociado al crecimiento del PIB, porque es un flujo de entrada al ciclo económico de un país, y a su vez, el crecimiento del PIB está empíricamente asociado positivamente con la reducción de la pobreza.[1]
Países como Chile, China e India, que tienen un comercio internacional por encima del 40% del PIB, han reducido la pobreza de sus países desde la década del 80 en 60%, 86% y 43%, respectivamente.
Además, a diferencia de la década de los ’90 estamos pasando por una situación diferente, que favorece la firma de acuerdos comerciales.
Hay menos sobre valuación cambiaria:
La apreciación de principios de los 90 obedeció a flujos de capital de corto plazo, apertura de cuenta de capital y amnistías -y creó déficit cuantiosos en cuenta corriente;
La actual se debe más a altos ingresos de exportación y viene después de una depreciación considerable.
El precio de los productos agrícolas está hoy alto y era muy bajo a principios de los 90.
La gradualidad y la ley Agro Ingresos Seguros busca facilitar el ajuste agrícola, mientras la apertura del 90 fue rápida y se desmanteló los apoyos al agro.
Según cálculos del Banco Mundial, el TLC EE.UU.-Colombia va a duplicar el empleo en este último país.
En México, luego de la aplicación del NAFTA, el comercio internacional subió de menos de 40% del PIB a cerca al 100% del PIB, aceleró el índice de industrialización, aumentó las exportaciones y no perjudicó la producción agrícola.
Sin embargo hay que tomar en cuenta algunos aspectos para que los acuerdos comerciales abran oportunidades y se aprovechen. Esto depende de la facilitación del comercio:
Trámites, aduanas y puertos
Certificación de calidad (agricultura)
Infraestructura
Educación y entrenamiento
Innovación
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