Las principales escuelas de la macroeconomía no discrepan mucho sobre la naturaleza general de la inflación. Los keynesianos, los monetaristas y los economistas clásicos coinciden todos ellos en que la inflación consiste esencialmente en la existencia de demasiado gasto que choca con una reducida oferta de bienes.
La inflación es de característica tendencial (también llamada inflación esperada, prevista o subyacente), es decir que permanece en un mismo nivel un año tras otro, a menos que sufra una perturbación grande. Los tipos de perturbaciones que explican la inflación son los de demanda y los de oferta.
Las variaciones en la inversión, en el gasto público, en las exportaciones netas (exportaciones menos importaciones), así como la creación de más dinero por parte del ente emisor (banco central) pueden elevar la demanda agregada. Cualquiera que sea la fuente, si la demanda agregada aumenta rápidamente y supera la capacidad potencial productiva de la economía, los precios comienzan a subir cada vez más de prisa. En este caso, el sentido de la causalidad es evidente: va de la demanda a la inflación. Un nivel de demanda agregada alta implica una tasa de desempleo baja y viceversa.
Cuando los precios y los salarios comienzan a subir antes de que se alcance el pleno empleo debido al aumento del costo del trabajo, del capital y de las materias primas, incluso en una economía que tenga recursos ociosos, estamos hablando de una inflación de oferta o de costos.
En función de lo indicado, la curva de Phillips representa la existencia de una relación inversa entre el desempleo y la inflación. Surgió de un estudio pionero elaborado por el economista neocelandés A. W. Phillips, quien intentó cuantificar los determinantes de la inflación.
Una tercera variable a considerar para este modelo, consiste en las expectativas sobre la inflación. Las expectativas consisten en el proceso mediante el cual se fijan los precios y los salarios con la vista puesta en la situación económica futura y no pueden alterarse fácilmente una vez que se fijan.
Dada la gran cantidad de tiempo que se necesita para modificar las expectativas sobre la inflación e influir en la mayoría de los salarios y los precios, cuando comienza la subida de los precios y la mayoría de los agentes económicos la esperan, las perturbaciones de la oferta o de la demanda tienen que ser grandes y el periodo de tiempo largo para que la inflación tendencial o esperada evolucione a una tasa distinta.
“el papel que juegan las expectativas de los agentes económicos sobre la inflación va en contraposición a la relación inversa entre inflación y desempleo planteado por la teoría de la Curva de Phillips”.
En Estados Unidos a principios de la década del ‘60 la tasa de inflación era baja, el rápido crecimiento y el bajo desempleo registrados durante la guerra de Vietnam generaron presiones al alza sobre los precios y los salarios: se produjo una perturbación de la demanda que llevo a la inflación efectiva a superar a la inflación esperada (expectativas), sin embargo la inflación esperada siguió la pista trazada por la creciente inflación efectiva. La situación se mantuvo estable hasta 1974 en que el incremento de los precios del petróleo disparó la inflación efectiva, de nuevo la inflación esperada la siguió, elevándose. En 1980, sin embargo, las autoridades decidieron parar la inflación y la recesión posterior frenó el crecimiento económico pero no la inflación esperada hasta algunos años después. Dándose el caso durante algunos años de inflación alta con alto desempleo (estanflación). Este ejemplo muestra como la curva de Phillips no siempre permite predecir de manera precisa la relación entre desempleo e inflación.
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