lunes, 30 de marzo de 2009

Bancos zombies

http://www.la-razon.com/versiones/20090329_006681/nota_246_786148.htm

En el análisis que hace Chávez se diferencian dos visiones: la pesimista y la optimista. En el comentario que hice al artículo de Krugman publicado en este blog, "Una salida decepcionante que no va a funcionar", adherí plenamente a lo que en él se expresaba: el programa del gobierno de Obama no va a funcionar porque apuesta a subir el valor de activos tóxicos que ya están podridos.
Lo que debería hacer el estado es estatizar (no uso la palabra nacionalizar porque en su mayoría son bancos privados nacionales estadounidenses) los bancos con alta proporción de activos tóxicos hasta sanearlos de esos instrumentos para luego reprivatizarlos. En el caso de los bancos importantes con baja proporción de activos tóxicos, dotarlos de liquidez "barata" hasta que por ellos mismo puedan limpiarse a través de mecanismos de mercado.

Gonzalo Chávez A.*

Paul Krugman, profesor de la Universidad de Princeton y Premio Nobel de Economía 2008, ha acuñado la feliz denominación de ´bancos zombies” para referirse a la mayoría de las entidades financieras estadounidenses que están al borde de la quiebra. Los bancos en EEUU tienen sus cuentas intoxicadas con activos de mala calidad debido a inversiones fallidas, fundamentalmente vinculadas a las hipotecas ´subprime´, (deudas incobrables), lo que les impide acudir a los mercados de crédito y contar con los recursos suficientes para prestar dinero a las empresas y a las familias. Estos bancos son muertos que se les ha olvidado caerse, o mejor el Estado los viene sosteniendo pasándole millones de dólares, sangre fresca de los contribuyentes americanos, para mantenerlos en calidad de muertos vivientes ricos que aún deambulan por los corredores de la economía norteamericana. Nadie sabe con seguridad cuál es el tamaño de los activos tóxicos que tienen los bancos y cuánto éstos, han corroído al sistema financiero mundial. Se estima que serían algo como 4 billones de verdes (éste es un número que tiene 12 ceros después del 4, ciertamente una mounstrosidad de dinero).
El lunes de la semana que termina, el presidente Obama presentó el plan de rescate para los zombies. Recordemos la propuesta: Un banco en problemas pone en subasta sus papeles ´tóxicos´ para sacárselos de encima y limpiar su balance. A seguir, interviene el Departamento del Tesoro que valoriza el riesgo de esos papeles y determina el porcentaje del respaldo, que en la mayoría de los casos es de casi 90% de la operación. El privado entra con el restante 10 por ciento.
En el mundo, el debate sobre el posible éxito o fracaso del plan Obama es intenso. Por un lado, están aquellos que creen que ésta es otra inyección inútil de recursos a los cadáveres insepultos del sistema financiero gringo. Ésta es una sui géneris alianza pública-privada, donde el Gobierno pone todo y el privado sólo las monedas del cambio. Es decir, el Estado toma casi todos los riegos, en cuanto los privados salen en la foto sin poner el pellejo. Según Paul Krugman, “esto ofrece a los inversores privados una apuesta que sólo puede acabar de una forma: si los activos suben de precio, los inversores ganan; si caen considerablemente, los inversores se van y le dejan el muerto al Estado”. Es el socialismo de los ricos, se socializan las pérdidas con el dinero de los contribuyentes estadounidenses, pero no así las ganancias.
El plan de rescate de los bancos sería una reedición de la novela “cash for trash” cuya traducción sin rima sería: efectivo por basura, además con los dados cargados a favor de los privados. El programa del presidente Obama parte de un supuesto que el sistema financiero atraviesa solamente una crisis de confianza, por lo tanto el Estado debe ayudar a que los mercados se calmen (un par de lapos para que se le pase el ataque de histeria), y una vez pasada la tormenta, el propio sistema de mercado corregirá los problemas con la plata del gobierno administrada por privados. Esta es la idea que está por detrás del mecanismo que propone que los inversores privados, pujando por la compra de los activos tóxicos, aseguren una mejor revelación de los precios de los bonos basura.
Si la compra sólo la hace el Estado, se tiene el miedo que sobrevalorice los bonos basura. Jeffrey Sachs y otros economistas han criticado esta idea, y sostienen que una subasta por la punta del iceberg jamás revelará el tamaño de éste. Cabe recordar que los privados sólo ponen en torno del 10 por ciento del valor del papel. Para estos críticos, el plan Obama no es más que un subsidio gigantesco a los bancos con plata de los contribuyentes estadounidenses. La solución estructural sería la nacionalización total de banca y no más sangre financiera para los zombies. Eliminados los activos tóxicos, se buscaría reprivatizar los bancos. Es decir, el problema de la banca gringa es profunda y no un desajuste de ciclo y confianza.
Por otra parte, está una lectura más optimista, que cree que el programa podría funcionar para aquellos bancos que son solventes y que no tienen muchos activos tóxicos. De este lado del mostrador están economistas como Nouriel Roubini y Brad deLong. Además, éstos argumentan que, desde una perspectiva de realismo político, éste es el único camino a seguir. Cabe recordar que los recursos para el plan salen directamente del Tesoro norteamericano y no necesitan aprobación del Congreso. Cualquier otro tipo de paquete requería del apoyo del Poder Legislativo, donde los Republicanos tienen poder de veto. El plan Obama sería un camino más largo, pero necesario, hacia la nacionalización, porque, si el plan no funciona, el Congreso americano tendría menos argumentos para recusar que los bancos zombies pasen a manos del Estado.
El dilema que enfrenta el Gobierno norteamericano es complejo. Si corre el tigre se lo come, si se queda en el lugar, el felino igual se lo morfa. En términos financieros, si el Gobierno no salva a los bancos, el sistema termina de hacerse añicos y se lleva por delante a la economía mundial. Si se salva a los zombies, también se pierde una montaña de dinero. La nacionalización sería el camino para salvar bancos y al sistema, pero castigar a los banqueros. Por el momento, la consigna parece ser: si ves un banquero saltar de una venta, síguelo, porque ahí está la mosca.
*Gonzalo Chávez es economista.

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