Viviendo en el exterior se testifica lo mucho que nos falta por pregonar a los cruceños sobre nuestra mal percibida demanda autonomista. Ante algunas interpretaciones erróneas sobre esta aspiración de la mayoría de los cruceños de la prensa internacional o de periodistas extranjeros acreditados en Bolivia, se deben aclarar algunas ideas que se publican internacionalmente.
Primero que nada, la mayoría de los periodistas aludidos desconocen lo que es vivir en un Estado centralista donde las decisiones sobre los recursos que aportan las regiones al erario nacional las toma e históricamente las tomó una burocracia central a 1.000 km. de distancia.
A diferencia de lo que ocurre en sus países, en donde el nivel intermedio (estados, provincias o departamentos) manejan sus recursos, el Gobierno de la región de Santa Cruz, región a la que llaman "díscola y poderosa" entre otros adjetivos, maneja una ínfima parte de los impuestos y recursos que aporta al Estado central, por lo que sus habitantes no disfrutan de su "riqueza" y "poderío" en lo que a recursos públicos se refiere.
Independientemente de la inclinación ideológica que se pueda tener, en Santa Cruz existe un consenso mayoritario en conseguir las autonomías regionales, mucho antes de la llegada de Evo Morales al poder. Consenso mayoritario traducido legalmente en un Referéndum en donde más del 70% de la población cruceña aceptó dar un mandato a la Asamblea Constituyente para diseñar el modelo autonómico que regirá en Santa Cruz y en los otros 3 departamentos que siguieron el mismo camino.
El proceso de luchas regionales empezó en el siglo XIX con la Revolución Federalista Igualitaria liderada por Andrés Ibáñez (mártir ‘socialista’ cruceño), siguió con el Memorándum de 1904 que pedía, a nombre del pueblo cruceño la conexión física de Santa Cruz al país para conveniencia de todos los bolivianos, luego con las luchas por las regalías petrolíferas del 11%, escamoteadas por el poder central durante más de 20 años y un largo etcétera. Con esto quiero decir que la demanda cruceña por insertarse al país es larga y etiquetarla, o mejor dicho, satanizarla como una lucha de ricos contra pobres, como se quiere hacer ver en algunas notas publicadas internacionalmente, es tergiversar la realidad para comodidad de los autores, en una supuesta defensa de los desposeídos.
Las aspiraciones de la mayoría del pueblo cruceño no reconocen razas, clases, ni ideología política y está cada vez mejor entendida en casi todas las regiones de Bolivia, como es el caso de Cochabamba, en donde se han dado cuenta que las autonomías regionales acercan el poder al pueblo democráticamente para beneficios de todos los bolivianos, no solo de los cruceños.
Dicen que Santa Cruz creció gracias al apoyo financiero de otras regiones, desconociendo totalmente la historia y la realidad boliviana.Afirman que todo es una guerra contra el “Presidente indígena”. Es indudable que el Presidente Morales es uno de los mayores enemigos que ha tenido Santa Cruz en toda su historia, porque así él lo ha establecido como parte de su estrategia de poder totalitario, desperdiciando la oportunidad que le dio mayoritariamente el pueblo boliviano en las urnas de ser un líder para todo el país, complementando las diferentes visiones en una sola, en una país tan diverso. Ha preferido la confrontación irresponsable, lo que se traduce en una caída en los niveles de popularidad con los que llegó al gobierno. Esperamos, que sepa ser un líder nacional y rectifique el camino de la confrontación por el de la unión y síntesis de las dos visiones hegemónicas del país que existen.
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