Publicado en el semanario Nueva Economía y en el diario El Deber.
En los últimos 5 años, el intercambio comercial de Bolivia con el mundo se ha incrementado sustancialmente, tanto en el valor de las exportaciones como de las importaciones: ambos en más del 50%. De los principales productos de exportación, los que más han crecido en valor en este lustro son: la plata (99%), el estaño (59%), el gas natural (35%) y la soya (18%).
Es en este contexto excepcional, que las caídas del último año (2010) en las exportaciones de los principales productos no tradicionales, se deben principalmente a factores climáticos pero también a políticas de gobierno. Lo que da la pauta de que el crecimiento de las exportaciones de los últimos 5 años ha sido solo efecto precio, es que el volumen exportado en los últimos 5 años (2006-2010) ha decrecido entre un 2% y 3% (estimado). En ese periodo, el gas ha disminuido en volumen un 10%, la soya casi un 50%, el estaño se ha mantenido constante, el zinc ha aumentado 37% y la plata un 67%, entre los principales productos de exportación bolivianos.
Los productos no tradicionales, como el girasol y la soya (y sus derivados) han sentido el impacto del clima pero también las señales del gobierno que desincentivan las inversiones, sobretodo del sector agroindustrial de Santa Cruz, el más importante del país, con leyes y decretos que burocratizan e incluso impiden las exportaciones. Esto sumado a la reversión de tierras, en algunos casos de manera confusa, crean un escenario de inseguridad para los productores. El incremento de los precios del diesel, insumo fundamental en la producción agrícola, termina de configurar un panorama desalentador.
Por otro lado, existe un retroceso en cuanto a darle valor agregado a nuestras exportaciones: la incidencia de las materias primas extractivas en las exportaciones sobrepasa el 75%. La dependencia en el precio internacional que esto genera, pone en riesgo la gobernabilidad y la convivencia social basada actualmente en el rentismo. La política de depreciación del tipo de cambio es otro aspecto que desincentiva las exportaciones, incentiva la importación de bienes e incrementa el contrabando.
Se espera que la demanda (precios) de nuestros principales productos de exportación continúen altos los próximos 5 años pero también esperemos que, por el lado de la oferta, el clima nos ayude y el gobierno genere las condiciones adecuadas para la inversión, apoyando a los rubros de la economía que generan mayor valor agregado a nuestras exportaciones, garantizando la provisión interna, sobretodo de alimentos, así como la generación de empleo. De lo contrario, más temprano que tarde, estaríamos ingresando en una recesión inflacionaria de graves consecuencias.
En los últimos 5 años, el intercambio comercial de Bolivia con el mundo se ha incrementado sustancialmente, tanto en el valor de las exportaciones como de las importaciones: ambos en más del 50%. De los principales productos de exportación, los que más han crecido en valor en este lustro son: la plata (99%), el estaño (59%), el gas natural (35%) y la soya (18%).
Es en este contexto excepcional, que las caídas del último año (2010) en las exportaciones de los principales productos no tradicionales, se deben principalmente a factores climáticos pero también a políticas de gobierno. Lo que da la pauta de que el crecimiento de las exportaciones de los últimos 5 años ha sido solo efecto precio, es que el volumen exportado en los últimos 5 años (2006-2010) ha decrecido entre un 2% y 3% (estimado). En ese periodo, el gas ha disminuido en volumen un 10%, la soya casi un 50%, el estaño se ha mantenido constante, el zinc ha aumentado 37% y la plata un 67%, entre los principales productos de exportación bolivianos.
Los productos no tradicionales, como el girasol y la soya (y sus derivados) han sentido el impacto del clima pero también las señales del gobierno que desincentivan las inversiones, sobretodo del sector agroindustrial de Santa Cruz, el más importante del país, con leyes y decretos que burocratizan e incluso impiden las exportaciones. Esto sumado a la reversión de tierras, en algunos casos de manera confusa, crean un escenario de inseguridad para los productores. El incremento de los precios del diesel, insumo fundamental en la producción agrícola, termina de configurar un panorama desalentador.
Por otro lado, existe un retroceso en cuanto a darle valor agregado a nuestras exportaciones: la incidencia de las materias primas extractivas en las exportaciones sobrepasa el 75%. La dependencia en el precio internacional que esto genera, pone en riesgo la gobernabilidad y la convivencia social basada actualmente en el rentismo. La política de depreciación del tipo de cambio es otro aspecto que desincentiva las exportaciones, incentiva la importación de bienes e incrementa el contrabando.
Se espera que la demanda (precios) de nuestros principales productos de exportación continúen altos los próximos 5 años pero también esperemos que, por el lado de la oferta, el clima nos ayude y el gobierno genere las condiciones adecuadas para la inversión, apoyando a los rubros de la economía que generan mayor valor agregado a nuestras exportaciones, garantizando la provisión interna, sobretodo de alimentos, así como la generación de empleo. De lo contrario, más temprano que tarde, estaríamos ingresando en una recesión inflacionaria de graves consecuencias.
Santa Cruz, diciembre 26 de 2010
*Master en Gerenciamiento del Desarrollo
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