Afrontaremos una nueva
forma de relacionarnos socialmente luego de que pase la cuarentena. Quizás
después de que estemos todos vacunados y/o seamos inmunes, algunas cosas
vuelvan a la normalidad. Sin embargo, es también una oportunidad de crear una
nueva economía en lo que será “el nuevo normal”. Toda crisis es una oportunidad,
decían los chinos. ¿Contradicción?
Para empezar a analizar los
efectos negativos y las medidas sugeridas para volver a la senda de producción
mundial pre-COVID-19, no debemos olvidar que, en Bolivia, en 14 años de gobierno
del MAS, con su actual candidato a la presidencia a cargo de los recursos del
país en la mayor bonanza de la historia, no se hizo nada por la salud.
Estamos en una emergencia y
el gobierno debió haber clasificado las prioridades de corto plazo (“para
ayer”); de mediano plazo (de 1 a 6 meses de la llegada del virus al país) y de
“largo” plazo (de 6 a 12 meses). Adquisición de respiradores, mayor cantidad de
testeos y resultados en menor tiempo, adquisición de camas de terapia
intensiva, lugares acondicionados para contagiados de menor riesgo, pago de
bonos, subsidios (servicios básicos), reprogramaciones (créditos, impuestos). Para
después quedarán el financiamiento para inversión y consumo, nuevo sistema
impositivo, nueva matriz productiva, etc.
El diferimiento del pago de
impuestos, además del paquete de medidas que incluye el financiamiento a
empresas, con recursos del TGN y de las AFP, ojalá mejorando su rentabilidad,
ayudan en el corto y mediano plazo en la liquidez para capital de operaciones,
principalmente. El pago de un bono de Bs 500 es un paliativo temporal pero
necesario que debió ser pagado en el corto plazo, pero evitando las
aglomeraciones y los traslados de personas de otros municipios a las ciudades
para evitar mayores contagios durante la cuarentena. El pago de los bonos ya existentes
es una buena medida, al igual que el subsidio a los servicios básicos. También
ayudan a la liquidez para mantener el nivel de consumo que ayuda más a los hogares
más pobres, pero solo por un corto tiempo.
No nos olvidemos que el
sector público ya tenía un déficit muy alto. Ahora también está la caída en el
precio del petróleo que afectará en los próximos trimestres los ingresos del
gobierno central, los de gobernaciones, municipios y universidades. Se deben
reasignar los recursos del Presupuesto (PGE) 2020 y de los créditos ya
contratados con organismos multilaterales y destinarlos a la emergencia, coordinando
con estos el diferimiento de pago de capital e intereses. También se deben eliminar
gastos excesivos del gobierno y transparentar la información y las
adquisiciones en esta emergencia.
Los nuevos préstamos del
exterior, ya sean del BID, CAF, BM, FMI o de otros bonos, sirven de partida
doble: como fondos adicionales para afrontar la emergencia y como ingreso de
divisas, aumentando las Reservas (RIN) que han caído y caerán en los próximos
meses por la disminución en el precio del petróleo y la devaluación del Real
Brasileño. La combinación de política fiscal (aumento del Gasto Público) con
política monetaria (emisión monetaria), ambas expansivas, no debe distraernos
de otros problemas que puedan aparecer como la estanflación: estancamiento
económico con inflación, en momentos de equilibrios muy precarios entre la
oferta y la demanda, agregadas.
Schumpeter llamaba
destrucción creativa a los métodos de producción que quedaban obsoletos y se
creaba una nueva forma, innovadora, de hacer las cosas. Es el tiempo de una
mayor conciencia social y ambiental, priorizando la salud de los ciudadanos,
retomando nuestro rumbo hacia una democracia renovada y plena en nuestro país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario