martes, 29 de septiembre de 2009

El Estado, BoA y AeroSur

Para rescatar de este artículo de Bonadona es la aclaración de que el neo-liberalismo, teorizado por el monetarismo de Friedman y los nuevos clásicos, abogaba porque el estado no debía intervenir en la economía, ni siquiera como regulador. Si bien en Bolivia no todos los sitemas regulatorios funcionaron bien, tal es el caso del transporte aéreo y el caso del LAB, existen (existieron) sectores muy bien regulados por el estado, tal es el caso de los bancos, la electricidad, el agua, etc.
Al desaparecer el sistema regulatorio, o al ser reemplazado por otro sin institucionalizar y manejado por el gobierno, que en el caso del sector del transporte aéreo con la recientemente creada empresa BOA sería juez y parte, se está desincentivando las expectativas de inversión de los agentes económicos, que requieren de previsibilidad y reglas claras.

DARIO MONASTERIO

El Estado, BoA y AeroSur

Una de las promesas del Gobierno del MAS se está cumpliendo paso a paso: destruir el marco regulatorio. En muchas oportunidades he señalado que el Estado moderno debe ser regulador y que la regulación no es sinónimo de neoliberalismo. Por el contrario, un Estado liberal anhela eliminarla y cuando lo logra, como en EEUU con el último Gobierno de George W. Bush, genera crisis. Sólo los más fundamentalistas del mercado niegan que la falta de regulación de los mercados financieros estadounidenses haya contribuido significativamente a la crisis económica mundial que aún se vive...

domingo, 20 de septiembre de 2009

Fracaso del igualitarismo

Laserna, de manera clara y brillante nos demuestra mediante ejemplos y teorías concretas que el populismo igualizante siempre produce efectos a corto plazo. La búsqueda de la equidad es el objetivo a alcanzar y esto se logra a través de la institucionalización del Estado, dejando de lado el voluntarismo. El artículo es muy aplicable a los tiempos que vivimos.

DMS

Fracaso del igualitarismo
http://www.la-razon.com/versiones/20090805_006810/nota_246_856358.htm

Roberto Laserna*

Las revoluciones, casi siempre impulsadas por la lucha contra la desigualdad, están condenadas al fracaso. No importa cuán radical sea la redistribución de riquezas que ellas logren ni cuánta violencia ejerzan para prevenir la acumulación, la desigualdad renace desde su propio núcleo.